Subscríbete a mi blog:

miércoles, 25 de febrero de 2009

Não é a sua vontade, minha filha

Desde que llegué a Brasil, mi experiencia no ha sido más que una de paciencia. El paso de todo aquí es más lento a lo que estoy acosumbrada en los Estados Unidos. Se supone que la misma semana de haber llegado aquí hubiera tenido internet en mi apartamento, y han pasado 6 semanas desde que llegué y aún eso no ha pasado. Y así, sucesivamente he tenido que esperar, esperar y esperar por la voluntad de este pueblo brasileiro que parece ir a otro rítmo, uno más lento (a pesar de que estabamos a 3 horas adelantados a EE.UU.). Es con esto que llego a este fin de semana que ha pasado.

Como ya habrán leído mis fieles seguidores, la semana pasada comenzó mi odisea con el diente sufriente, mi visita al dentista y el susto de la atención médica en un país extranjero. Gracias a Dios sobreviví aquella travesía que parecía el cuento de nunca acabar. Pero no me van a creer si les digo que ese mismo día, comenzó la gripe de la cuál tanto intenté escapar. Al parecer es un virus que ya estaba rondando por aquí y me permitió pensar que no me atacaría. Pensé mal... El fin de semana que más compromisos tenía en Brasil, mi amiga, La Gripe decide visitarme y quedarse muy cerquita a mi durante por más de 5 días. ¡Qué emoción! Pues, sí... Estaba supuesta a ir a dirigir la adoración en un campamento el fin de semana completo. Luego regresaría el domingo para cantar en un congreso de la juventud de la Iglesia Asamblea de Dios con una concurrencia de más de 6,000 personas y la participación de varios artistas cristianos brasileiros. El día que me confirmaron que cantaría en este congreso, sentí mi alma trascender más allá de mi cuerpo y pensé que esta era la oportunidad que tanto esperan muchos músicos locales, no la podía desaprovechar. Pero con todo esto que me pasó desde la semana pasada, es como si Dios me hubiera estado diciendo: Não é a sua vontade, minha filha... (No es tu voluntad, mi hija) Claro, en portugués para que no olvide que aún sigo en otro país y he tenido que afrontar mi gran «desfortuna» solita y sin mi familia o amistades que me conscientan. Demás está decirles que quedé prisionera de mis dolencias...

Pero, si nada de esto hubiera sucedido, no hubiera estado en la soledad de mi apartamento para componer 2 de las canciones más honestas que he escrito en mucho tiempo. Tanto que corremos de la soledad y el silencio que olvidamos que Dios creo ambos porque los NECESITAMOS. Tenemos miedo de encontrarnos solos porque es como vernos frente a un espejo totalmente desnudos, sin nada que nos cubra o nos de la ilusión que venimos en un paquete mejor arreglado. Al fin de todo, no es tan ruin como parece. Cada cosa tiene su gracia y el disfrutar estos momentos de soledad y silencio nos ayudan a conocernos mejor a nosotros mismos. Tengo la certeza de que regresaré una mujer totalmente diferente a mi hogar, con otros ojos, con otra mente... Gracias, mi Dios, porque sabías justo lo que necesitaba...

Tchau, gente!

Una Boricua en Brasil

No hay comentarios.: