Subscríbete a mi blog:

viernes, 20 de marzo de 2009

Propósito...

Muchos días fueron en los que me pregunté «¿cuál es mi propósito aquí, Señor?» ¿No es irónico que nunca estamos conforme con nuestra actualidad? Por ejemplo, antes de llegar a Brasil le pedía al Señor: «Dios, úsame; llévame a otros lugares para ser tu instrumento; quiero viajar; necesito estar un tiempo fuera de casa.» Y tan pronto llegué aquí tenía a flor de labios el lamento: «¿Por qué estoy aquí? ¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Cuál es tu propósito para mi vida, Señor?» El colmo de los colmos, ¿no? Cualquiera diría que estoy loca... Pero simplemente es nuestra naturaleza de nunca estar complacidos/as con el «ahora.»

Ahora, al punto. Razones por las cuales estoy aquí:
  1. Acostumbrarme a escuchar la voz de Dios en el silencio
  2. Acompañar a mi vecina, María - quien se ha convertido en mi madre brasilera - durante una de las crisis más difíciles de su vida
  3. Conocer a mi hermana brasilera, Hélyda y ser parte de su gran jornada como mujer adulta a la hora de independizarse, sin olvidar que es mi compañera de piso y le ha dado fin a mi soledad temporera
  4. Aprender a adorar a Dios sin reservas en otro idioma a través de oración, canción y palabra
Estos son sólo algunos puntos de volada de por qué Dios me trajo hasta aquí... Es un vago intento de comprender los grandes misterios de Dios... Como parte de mi instinto natural, necesito racionalizar sus propósitos pues muchas veces olvido que no lo entenderé todo...

Por ahora y simplemente: «¡Estoy aquí, Señor!»


Beijão... Tchau, gente!

Una Boricua en Brasil

martes, 10 de marzo de 2009

Celular, Roommate y Lavadora

Pues, ya que casi me siento en casa y ya tengo que regresar a Estados Unidos. Llevo implorando a Dios por 3 cosas para sobrevivir aquí: Internet, Celular y Compañía en mi apartamento... ¿Qué les parece? Me llegaron dos de estas: un celular (GRATIS! - Camila, de la iglesia de la misión me prestó uno que no usa);

y una compañera de apartamento, Hélyda (la conocí en la iglesia y me cayó súper bien y qué sorpresa saber que se mudaría conmigo).
Apesar de estas alegrías, ya me he resignado al hecho de no tener internet en el apartamento, y hasta me he acostumbrado. Pero no me van a creer que lo inesperado llegó cuando menos pensaba.
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡TENGO LAVADORA DE ROPAS!!!!!!!!!!!

Si, señoras y señores... No tengo que lavar mi ropa como mis tataratatarabuelos nunca más... Grité tan fuerte que Hélyda, quien venía detrás de mi pensó que había encontrado un muerto en medio de la sala. No pueden imaginar lo preciado que es una lavadora de ropas hasta que no tengan una, realmente, gente.

Nuevamente, Dios me recuerda que no se olvida de sus hijos e hijas y que siempre tiene sorpresas que son mejores que nuestras expectativas.

Beijos....

Tchau, gente!

Una Boricua en Brasil