a organizarnos y yo sería su asistente. Por agenda previa, el Rvdo. Vélez debía partir a Puerto Rico por 2 semanas, tiempo crucial pues teníamos sólo 4 semanas para prepararnos. ¿Para qué, preguntáis? Para la tan esperada inauguración/dedicación del nuevo templo de nuestra amada iglesia. Pues, por jugarretas de los planes de Dios, terminé siendo la directora oficial de dicho coro. Debo confesarles que aunque me resistí por temor a no sentirme capacitada, ¡fue una experiencia increíble!
Llegó el domingo, día de nuestra participación. Estabamos todos vestidos de negro con acentos turquesas y azules entre los pañuelos y corbatas. Parecíamos profesionales, expertos en la materia, listos para enfrentar la tarea del día: CANTAR ARMONIOSAMENTE EN 4 VOCES. Y
Cuando me di cuenta ya habíamos cantado el segundo himno y me vi con el corazón en la mano. Fue una experiencia que trascendió mi cuerpo y sentí como si estuviera observando desde arriba. ¡Qué orgullo, por Dios! En ese momento me di cuenta que todo el esfuerzo no había sido en vano porque cada movimiento, cada nota, cada armonía fueron dedicados a Dios y he ahí la gran diferencia.
Quedé tan emocionada que se me hizo difícil comenzar a cantar mi solo pero poco a poco me compuse y lo logré. Gracias, hermoso coro, gente linda, por sacrificar sus agendas, por soportarme a mi y mis locuras e incoherencias y por apoyarme en los momentos en que mi salud no pudo seguir el rítmo de mi entusiasmo. Espero que yo haya sido de inspiración para ustedes tanto como ustedes lo fueron para mi. Y que el compromiso sea con Dios y su iglesia.
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